Los esfuerzos por aumentar las tasas de inoculación en las naciones de altos ingresos, donde las dosis son fáciles de conseguir, contrastan con la falta de acceso a la que se enfrenta la mayoría de la población mundial. En algunos sitios, Gobiernos y empresas privadas buscan seducir a los indecisos
En todo Estados Unidos, empresas como la compañía cervecera Anheuser-Busch y la cadena de rosquillas Krispy Kreme se están sumando al esfuerzo nacional para vacunar a la población contra el coronavirus ofreciendo regalos a los clientes totalmente vacunados.
Desde que los programas de vacunación masiva empezaron a extenderse por todo el mundo hace casi seis meses, los gobiernos y las empresas privadas han ofrecido incentivos -incluidas desgravaciones fiscales, billetes de avión gratuitos e incluso millones de dólares en loterías- para atraer a los indecisos a vacunarse.
Es una táctica que probablemente no haga daño, pero es poco probable que por sí sola ayude a las comunidades a alcanzar la inmunidad de grupo, que es cuando un porcentaje suficientemente alto de la población alcanza la inmunidad frente a una enfermedad, dijo Emily Largent, profesora de ética médica y política sanitaria en la Universidad de Pensilvania. “En general, soy optimista en cuanto a que veremos un cierto aumento, pero no nos llevará a los altos niveles de vacunación” necesarios, dijo Largent. “Los incentivos no van a hacer que todos los que se resisten lleguen a la meta”.
Los regalos y los incentivos financieros probablemente funcionarán mejor para ciertos grupos, como los jóvenes que están interesados en vacunarse pero que aún no lo consideran una prioridad, dijo Largent. Sin embargo, para las poblaciones “filosóficamente opuestas” a vacunarse, los incentivos económicos “podrían hacerles desconfiar y reforzar las preocupaciones que tienen o introducir otras nuevas”, advirtió.