Hay que entender el fenómeno de los linchamientos como un lenguaje para resolver conflictos que el Gobierno ya no pudo, o quiso, controlar. Su característica es que son colectivos. Nacen de un intento de control social e intención de castigo. El objetivo depende del grupo que lo ejecuta.
La socióloga e historiadora, Gema Kloppe-Santamaría, profundiza en el ser y estar de los linchamientos en su libro In the Vortex of Violence (En el vórtice de la violencia).
En cada una de sus páginas, la autora explica por qué eligió el periodo posrevolucionario para escribir los cuatro capítulos en los que está dividida su obra:
En esta época, México hace a un lado los conflictos armados a gran escala. Se trata de la fase final de la Revolución Mexicana y de la Guerra Cristera. Los años 30 son una etapa en la que nuestro país no es tan convulsivo. Analizar el porqué de los linchamientos en este momento histórico ayudaría a entender su razón, sin confundir con otros acontecimientos. Entre los 40 y 50 se pensaba en la pacificación del país. Hasta que llegó el 68”, enfatiza Kloppe-Santamaría.
In the Vortex of Violence surgió de la observación de su autora.
“Me resultó preocupante que los linchamientos en México y América Latina aumentaran paradójicamente a un presumido proceso de democratización. Detecté que no se había hecho este estudio a fondo. Eso no ayudaba a entender la situación de raíz. Esta propuesta es el primer estudio sistemático del fenómeno en esas décadas”, resalta Gema.
¿Cuestión de Estado?
Al empezar su estudio, Gema se encontró con lo inesperado. Frente al discurso que resuena entre gran parte de la opinión pública sobre los linchamientos como reflejo de un Estado fallido o decadencia de los sistemas de gobierno, la académica pudo deducir que, cuando se creía que el país estaba en tranquilidad (época posrevolucionaria), no era así.
“México no se encontraba pacificado. Los linchamientos ahora ya no tenían alcances globales, sino locales. Ya no se asesinaba al Presidente, sino a los alcaldes. A pesar del proyecto hegemónico cardenista, había descontentos. Eso nunca cesó. Esto se debe a que en el siglo XX, el Estado revolucionario empezó a centralizar la autoridad. Sumado, preexiste, un discurso de tradición que pareciera delimitar o representar los linchamientos como cuestiones entre mestizos, indígenas y entre comunidades rurales. Pero no es así. Durante la investigación me pude dar cuenta de que también sigue existiendo en las ciudades. Y que no se trata de un Estado ausente. Más bien éste se encuentra involucrado muchas veces”, destaca la escritora.
Para Gema Kloppe-Santamaría, el linchamiento, que surgió como término durante el Siglo XIX, se puede entender como un lenguaje en el que se trata de resolver disputas intercomunitarias.
En el momento estudiado, se habla de un proyecto revolucionario no cumplido que trasciende hasta nuestros tiempos.
La impunidad, que es el acto seguido, “es posible sólo porque el Estado central lo ignora. Vemos cómo el Estado fracasa en su quehacer de autoridad legítima a nivel local. El diálogo entre comunidad-gobierno es ausente. En el caso de México, la impunidad se genera por la falta de voluntad política. Al no estar tipificado, el linchamiento no genera un costo político alto porque no sucede en la entidad central donde se gobierna. Por ello, hay que entender que la historia de los linchamientos no es cuestión de un Estado fallido, sino de cómo se formó la autoridad en México desde la época revolucionaria”, aclara la autora.
El papel fundamental de los medios
El libro In the Vortex of Violence deja claro que los linchamientos en México, especialmente en la época posrevolucionaria, no son cuestión de Estado, y tampoco de un sector social o económico. Pertenece más bien a un sistema cultural, nacido del sentimiento de una violencia ejercida en nombre de una justicia no garantizada, y donde incluso se cruzan aspectos más allá de los ortodoxos, que tienen que ver con lo mitológico, y religioso.
Incluso es la siguiente encomienda de Gema: entender cómo, aún después de una Guerra Cristera, se siguen manifestando linchamientos por cuestiones de la Iglesia.
Uno de los entendimientos a los que lleva la investigadora es el de la evolución de este fenómeno: “antes era por conflictos políticos y religiosos. Hoy la motivación es el delito y su impunidad. Eso genera que no haya cambios institucionales ni legales, y al mismo tiempo, está ausente el consenso por parte de la opinión pública. No basta con calificar los linchamientos como irracionales, locales, o exclusivos de comunidades indígenas. La historia de la violencia en México ha sido sistemática por ciudadanos y gobierno. Para ello es esencial el papel de los medios de comunicación. Deben ir más allá de una narrativa que demonice y critique los linchamientos como actos de ignorancia o fanatismo sin entender sus causas y justificación”, aclara.
Con preocupación e interés por continuar, Gema Kloppe-Santamaría continuará su labor en la arista religiosa. Se dice comprometida, como investigadora, en seguir con las causas y la transformación de los diferentes fenómenos de violencia que ha trabajado.
Gracias a esa labor, ha podido concluir que, en cualquier parte del mundo, los linchamientos se llevan a cabo por razones tan particulares, que a veces entre naciones no son capaces de ser autocríticos. Más bien optan por juzgar a sus vecinos, como pasa con Estados Unidos y México, por ejemplo:
En el primero dicen que en México hay ausencia de Estado, mientras que ellos sí lo tienen. En nuestro país se habla de cuestiones racistas como la causa de este tipo de situaciones. Lo único que me queda claro es que los nacionalismos no ayudan a solucionar esas realidades”, explicó.
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