Después de la primera experiencia con el Puente de Colores, el equipo de Vivo Mi Calle decidió recuperar otro espacio para emprender un Aula Libre. Bajo la lógica del proyecto anterior, se tomó en cuenta la participación activa de infancias y juventudes, para recuperar un espacio olvidado que ha tenido un impacto positivo en la comunidad.
El Aula Libre: la pandemia fue un detonante
El segundo proyecto fue el Aula Libre, cuyo trabajo fue detonado por la pandemia. Al respecto Natalia comparte que con la emergencia sanitaria:
Nos dimos cuenta que teníamos otras necesidades en el sector. Las clases eran virtuales, pero la conectividad era muy baja y lo que hicimos fue diseñar un lugar para que los niños, niñas y adolescentes pudieran seguir con esas conexiones sociales positivas: participando en algunas clases grupales, haciendo ejercicio y seguir aprendiendo. Por eso decidimos hacer un Aula al aire libre en la zona. Fue en el 2020. Lo inauguramos en marzo.”
Laura comparte que fue una gran alternativa para el tiempo de pandemia. Compartió que la idea surgió viendo la situación a la que nos enfrentaríamos al tratar de volver a la normalidad. Se empezó cuando estábamos en confinamiento. El monumento estaba abandonado, porque este parque pertenecía a un proyecto de megaobras en la ciudad de Cali. En principio tenía el objetivo de ser un punto de recreación y de contemplación. Sin embargo, no se terminó. Además, la comunidad no lo sentía suyo. Generaba temor, le faltaba luz, había intervenciones de pintura muy deterioradas.
Fue así que se ideó la recuperación de este espacio. Laura y Fredy comparten que se pintaron los muros interiores con el apoyo del Museo de Arte Público y se pintaron murales con frases seleccionadas de chicos y chicas, en colaboración con la Secretaría de Cultura Ciudadana, en su programa de mesas gráficas. Al respecto expone Laura que fue muy gratificante.
Se lanzaron talleres y algunas actividades para hacer ejercicio. Laura comparte a Once Noticias que se asignó a cada espacio una actividad:
Se presentó la huerta, la rumba, para reunirse y hacer actividad física, y un espacio para puestos de comida. Las actividades que hemos lanzado han sido maravillosas. Todavía sigue mejorando y siguen generando actividades, para impulsar la apropiación”.
Fredy señala que además el mantenimiento es una actividad compartida entre líderes comunitarios y con los chicos y chicas, para tenerlo en buen estado. Además, Laura afirma que en el camino se dieron cuenta que hacía falta un lugar con una mejor conectividad de WIFI, por lo que se instaló, y se le dio prioridad. Natalia afirma que fue una de las primeras zonas instaladas en la ciudad.
Natalia atina a señalar que uno de sus grandes desafíos fue el rechazo con uno de los colegios: “obtuvimos comentarios negativos. Fue difícil. La mayoría de coordinadores dijeron que no. El director sí nos apoyó, porque había visto el Puente de colores. Lo interesante fue que las personas que lidiaban con los y las estudiantes se opusieron.”
Natalia finaliza, y el equipo coincide con ella, en que las soluciones, en los proyectos del Puente y del Aula:
Vinieron de la niñez y generaron impacto no sólo en ellos sino en la comunidad, porque estos sitios que se recuperaron generaron otra percepción entre las personas. Del miedo y la violencia a espacios de reunión. En ese espacio se ejecutan actividades, por ejemplo, para adultos. Estos espacios no sólo son para niños y niñas sino para la población en general”.