Entre serranías, haciendas abandonadas y un pasar de la vida sin mayores sobresaltos, así los días, tardes y noches de los habitantes de la Flor de Jimulco, Coahuila y Sapioriz, Durango, dos poblados unidos por el paso del tren y el canto cardenche.
Melancolía pura y dura, que se cuenta también en imágenes en la cinta “A morir a los desiertos”, de Marta Ferrer.
Este paisaje configura el canto como es, tanto el paisaje como la historia detrás de esta tradición, es un canto muy desgarrador, nostálgico y un poco en la película es lo que me fascino, mi pregunta era ¿por qué y de dónde provenía este bello dolor?”, comentó Marta Ferrer, documentalista.
Un registro ante el olvido, ya que es un canto de mayores de 80, de quienes llegaron a esas zonas en busca de un futuro que se esfumó.
El canto Cardenche ahora mismo es un canto de señores grandes, porque ha habido una brecha generacional y ya no han seguido, si lo hubiéramos grabado a principios del siglo pasado, quizá hubiéramos podido grabar a jóvenes cantando el canto Cardenche, pero no es el caso”, agregó Marta Ferrer.
“A morir a los desiertos” la cinta de la semana, ya en cines…
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