“De repente se empiezan a escuchar balazos, muchos balazos y toda la gente corría y la gente gritaba “¡baja pollos, baja pollos!” y todos buscando o tratando de encontrar un lugar donde resguardarse y estar un poco más seguros, verdad”, dijo Eli Flores, persona migrante.
Eso implica cruzar la frontera de Estados Unidos como indocumentados, en busca de un mejor destino.
Eli es un pollo con suerte, cuatro veces pasó del otro lado y vive para contarlo.
Además de los riesgos está la cantidad que deben pagar las personas, coyotes o polleros, como se conoce a los guías ilegales que acompañan la travesía, y que va de 7 mil a 20 mil dólares, es decir de 140 a 400 mil pesos sin ninguna garantía.
“Si tienes tú dinero aquí pagas desde aquí, ten en cuenta que contactas al coyote y por parte de alguien que es algún familiar o algún amigo que tengas en el otro lado y ellos te los contactan, entonces si tienes tú el dinero aquí te arreglas con el coyote directo”, señaló Gerardo.
Los motivos para cruzar son muchos.
“Personas que tienen familiares en Estados Unidos y quieren reencontrarse con ellas, personas que buscan condiciones de trabajo dignas, personas que son perseguidas por grupos criminales, que no tienen otra más que huir”, puntualizó María Elena Hernández, coordinadora de la Oficina Territorio Norte, Servicio Jesuita a Migrantes.
Y las condiciones inhumanas a las que se tienen que someter.
“Al momento de que entran en estas redes de tráfico de personas, o que contratan servicios de tráfico de personas te conviertes prácticamente en una mercancía”, agregó.
La regla es obedecer y seguir adelante, incluso si alguien se queda atrás.
“Tienes que acatar cualquier mínima seña que haga o si yo me detengo se tienen que parar todos o si me agacho se agachan, nada de venir platicando como chismosas, tienen que estar callados y escuchando y viendo todo lo que hago y sobre todo respetar y sobre todo la disciplina, porque si no hay eso se deja por el camino”, Pato, pollero.
Es el escenario diario en la frontera norte desde hace décadas.
En marzo las autoridades migratorias de Estados Unidos detuvieron a más de 220 mil personas indocumentadas que intentaban por cruzar la frontera desde México, un récord en la administración del presidente Joe Biden.
También tiene la cifra histórica de detenciones migratorias en un solo año: 1 millón 734 mil 686, en 2021.
Pero ¿Qué orilla a que miles de personas se enfrenten a estas trampas de muerte?.
“Este bloqueo de las fronteras es una política cruel, inhumana, destruye familias, lazos con comunidades de origen y tenemos que voltear a ver que necesitamos sistemas de migración circular con controles administrativos”, Ana Sainz de Psinfonteras.
Trampas que están obligados a sortear, ya sea por mar.
En el doble muro fronterizo, a través del desierto, en montañas o caudalosos ríos.
En las formas más inverosímiles e indignas, producto del ingenio y la perversidad.
“Nos metieron como a unos 30 en una Van, así sentados de ollita todos amontonados. Y ya no aguantábamos, todos dormidos de las piernas y yo les decía empújense tantito para enfrente y luego nos llevaban tapados todos con un hule, un hule de esos que ponen en los mercados nos taparon a todos y yo sentía que me asfixiaba”, añadió Gerardo.
Siempre cuidándose de los depredadores.
“¿Quién lucra con esta política migratoria cerrada e inaccesible?, pues estos traficantes de personas, estos criminales que son los que ven aumentadas sus ganancias a costa de la vida y de la dignidad de estas personas”, agregó Ana Sainz.
En los próximos días abordaremos la corrupción de autoridades en ambos lados de la frontera ante el fenómeno migratorio, la discriminación que sufren las personas incluso en su propio país y el drama de la migración.
Cuando el sueño americano se convierte en pesadilla.

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