El diseño y la creación está en todos lados: en la arquitectura, en la música, en los logos empresariales y más, gracias al arte, que esculpe la cultura de un país.
Pese a ello, se le hace a un lado, o se le considera un hobby, cuando es una formación de vida.
Las comunidades de artesanas y artesanos no solamente producen mercancías, sino las artesanías encierran un imaginario colectivo, un capital simbólico.”, señaló Arturo Alvar, poeta y director de Clavería 22.
En México no hay legislación que tome en cuenta a los artistas. El derecho cultural está difuminado. Por eso hoy las y los trabajadores del arte se unen en el movimiento “No vivimos del aplauso”. Son ya más de cuatro mil artistas, artesanos y gestores culturales, en la búsqueda de un marco jurídico que avale y defienda sus actividades.
Que en algún momento exista el diseño de leyes, marcos regulatorios que no están del todo claro o no existen, pues”, dijo Octavio Jiménez, ilustrador, Asociación Mexicana de Ilustradores.
El movimiento logró, por lo pronto, un cambio histórico en el país, con la “ley de los espacios culturales independientes”, aprobada en octubre de 2020.
Los integrantes del movimiento dialogaron con la Comisión de Cultura y Cinematografía el pasado 22 y 23 de febrero, con los diputados Sergio Mayer Bretón y Santiago González Soto, y las diputadas Janet Melanie Murillo Chávez y María Luisa Veloz, y 200 colectivos artístico. Concluyeron con la redacción de un “acuerdo nacional”.
No estamos pidiendo nada más ni nada menos que lo mismo que tienen los demás trabajadores y trabajadoras en México. Y que se deje de pensar o percibir que por amor al arte se hacen las cosas y que uno canta, nace con ese talento y entonces ¿Para qué cobras, no?”, mencionó Carolina Vidal, productora y artista.
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