Una selección de 20 monólogos cortos con la temática de la mujer son llevados a escena por el elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro (CNT) del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) dentro del ciclo Historias del té, el cual se presenta del 28 de octubre al 22 de noviembre en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky del Centro Cultural del Bosque.
- Tras una selección, por parte de la casa productora Tejedora de Nubes, de 200 propuestas, se presentan 20 para su puesta en escena, con dirección general de Daniela Parra y dirección residente de Mariana Giménez, Zaide Silvia Gutiérrez y Cecilia Ramírez Romo.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el INBAL, a través de la Coordinación Nacional de Teatro, abre con aforo al 30% de su capacidad, en el marco de las campañas “Contigo en la distancia” y #VolverAVerte.
La creación escénica surge del cuestionamiento: ¿Qué del universo femenino se puede ver reflejado en una taza de té? En esta primera etapa, 45 espectadores por función serán parte de un encuentro en el cual el té es un pretexto para compartir historias que nos reflejan como un espejo.
Daniela Parra, directora general del montaje, considera que este proceso representa para ella una oportunidad de comunión y un encuentro con otras personas. “El reto ha sido encontrar un universo común para todas las historias. Al ver esta puesta en escena nos podemos cuestionar qué va a permanecer y qué vamos a olvidar de lo que signifique ‘ser mujer’. Cuándo va a acabar la violencia contra las mujeres, cuándo olvidaremos a las mujeres que buscan a sus niños desaparecidos o a las mujeres que marcaron la historia. Es un eco, porque no sólo se trata de voces femeninas mexicanas, sino de las mujeres de toda la historia de la humanidad. La cuestión sobre qué será de este grandísimo género en un futuro, queda como un pulso de lo que fue habitado y ya no está”.
Zaide Silvia Gutiérrez concibe el proyecto como un conjunto de “historias de mujeres que experimentan un suceso que se convierte en un parteaguas en su vida”. Para ella el reto de este montaje fue preparar un espectáculo presencial de manera virtual: “Las relaciones humanas, tangibles en el ejercicio escénico, pasan por un tamiz distante y frío que es la pantalla. El pulso, la respiración, la energía y la temperatura del otro están ausentes hasta que nos encontremos, y cuando lo hagamos quedará un aspecto restringido que tiene un inmenso valor: el tacto”.
- Para Cecilia Ramírez Romo, también directora residente, los monólogos “colocan a la mujer como sujeto en el centro del análisis, no como objeto de estudio. Y para ello hay que releer la historia en clave femenina y repensar la dinámica social en conjunto, desde cada particularidad”.
Considera que todas las mujeres de esta puesta en escena son el resultado de un complejo mapa que nos cuenta un país desde distintas voces y equidistancias. “Son las voces de una sociedad que pide a gritos una solución y la resuelve a través de más preguntas. Cada texto que dirijo trae consigo a una mujer que representa a un grupo de mujeres afectadas por un mismo estado de cosas”.
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